Tres astronautas chinos se encuentran atrapados en el espacio luego de que una nube de restos espaciales impactara contra su nave de regreso a la Tierra. La cápsula dañada pertenece a la misión Shenzhou-22B, lanzada por la Agencia Espacial China con el objetivo de culminar una serie de experimentos científicos en la estación Tiangong.
Todo ocurrió muy rápido, lo que impidió poder actuar antes de que los restos impactaran esta capsula que iba a llevar a los astronautas de vuelta a la Tierra. Fue durante el inicio de la maniobra de desacoplamiento de la estación espacial china Tiangong que los radares advirtieron una colisión inminente con desechos provenientes de un satélite antiguo que se había fragmentado meses atrás.
A pesar de los intentos por ajustar la trayectoria, los proyectiles de metal y plástico impactaron el módulo de propulsión, dañando los sistemas de comunicación y parte del suministro de energía provocando que las comunicaciones con el centro de control terrestre hayan sido intermitentes.
Los tres tripulantes —dos hombres y una mujer— siguen con vida y han logrado estabilizar la cápsula en una órbita de emergencia. Y mediante señales codificadas, transmitieron información sobre el estado de los componentes vitales: el oxígeno, el agua y la batería.
La agencia espacial china decidió posponer la vuelta a Tierra para garantizar la seguridad de los astronautas, dado que no se sabe si la cápsula dañada puede soportar la reentrada atmosférica sin poner en riesgo sus vidas.
Sin embargo, su margen de tiempo es limitado por ello se está trabajando para calcular una posible ventana de rescate utilizando otro vehículo espacial que se encuentra en la estación Tiangong, aunque dicha operación presenta enormes riesgos técnicos.
El suceso ha puesto en evidencia los peligros crecientes del tráfico espacial
Mientras tanto, la noticia ha generado un operativo internacional sin precedentes. Agencias espaciales de diferentes países, como la NASA y la ESA, han ofrecido apoyo técnico y acceso a datos satelitales para rastrear los fragmentos que aún giran alrededor del planeta a más de 27.000 kilómetros por hora. La magnitud del accidente ha reavivado el debate global sobre la necesidad urgente de acordar normas para limpiar la órbita baja terrestre y evitar que este tipo de tragedias se repitan.
A su vez, algunos expertos temen que si la generación de basura espacial continúa, podríamos llegar a un punto sin retorno en el que una reacción en cadena de colisiones inutilizaría la órbita terrestre baja. Este escenario teórico se conoce como el “síndrome de Kessler”, lo que convertiría en todavía más peligrosas las misiones espaciales.





