En una comunidad agrícola rural de Luisiana de 20.000 habitantes, el gigante tecnológico Meta está construyendo un centro de datos de Inteligencia Artificial de 370.000 metros cuadrados.
Esta nueva construcción forma parte de una tendencia más amplia en el sector, que con el auge de estatecnología necesitan nuevas infraestructuras para ofrecer el soporte que necesita la IA. La tendencia de las empresas es buscar zonas poco habitadas y donde el suelo es más barato, con el objetivo de enfrentarse a pocas regulaciones “ya que no molestan a nadie”.
Sin embargo, aunque sean zonas más despobladas, los efectos de estos centros no son pocos debido a que las regiones donde se construyen se ven privadas de recursos importantes, y a menudo son los ciudadanos quienes pagan la gran parte del coste.
Ya en el 2018, los habitantes de Georgia se enfrentaron a un suministro de agua cada vez más escaso y descolorido tras la construcción de una instalación similar, y ahora con la construcción de un megacentro de IA en Lousiana, más de 20.000 personas “tienen miedo de beber su propia agua” que sale de los grifos de sus casas.
Esto es porque han visto el precedente del centro de 2018, donde los vecinos denunciaron que varios de sus electrodomésticos que utilizaban agua dejaron de funcionar, y la causa era la acumulación de sedimentos en el agua.
En su momento, Meta se defendió asegurando que sus centros existentes han tenido “impactos positivos” en las comunidades y economías locales donde se han construido. No obstante, los residentes cercanos al centro del estado de Georgia aeguran que ahora cambian los filtros cada mes en lugar de una vez al año. “A veces, el agua se vuelve tan marrón que parece que proviene de un arroyo”, declaraba uno al medio People.
Con esta nueva construcción, Meta argumenta que sus instalaciones utilizan una “tecnología de refrigeración que es significativamente más eficiente en el uso del agua que el estándar del sector” y reutiliza el mismo agua varias veces. La empresa afirmó que utiliza la misma cantidad de “energía limpia y renovable” que la electricidad que consume, y tiene previsto restaurar más agua de la que consumen sus instalaciones para 2030.
De media, estas instalaciones pueden consumir 500.000 galones de agua al día, principalmente para refrigerar los servidores informáticos.