Cuando escuchamos la palabra agujero negro supermasivo nos ponemos en alerta, y no es de extrañar, debido a que este fenómeno espacial es capaz de engullir materia en el espacio y que desaparezca para siempre, no obstante, esto no es lo único que hace, y pocos saben que son un importante responsable en la evolución de las galaxias y en la historia del propio universo.
En lo que se refiere al más cercano de nuestro planeta, nos encontramos con Sagitario A* , el cual está situado en el corazón de la Vía Láctea. Este coloso gravitatorio concentra unos cuatro millones de veces la masa del Sol en una región más pequeña que la órbita de Mercurio, y si bien a día de hoy se muestra relativamente tranquilo múltiples estudios apuntan a que en el futuro podría “despertar” y entrar en una fase de actividad mucho más violenta.
Los astrónomos clasifican a Sagitario A* como un agujero negro “apagado” o de baja luminosidad, pero observaciones en radio, infrarrojo y rayos X muestran que posee un disco de acreción muy compacto, una especie de remolino que produce erupciones esporádicas de energía, señales de que el agujero negro nunca está completamente inactivo.
Basándose en los modelos cosmológicos más recientes, desde la NASA indican que, en unos 2.000 millones de años, la Vía Láctea podría colisionar o interactuar de forma muy estrecha con la Gran Nube de Magallanes, una galaxia satélite rica en gas. Cuando esto ocurra, la gravedad reorganizará el gas de la galaxia y una fracción importante de ese material caerá hacia el centro, alimentando a Sagitario A* y despertándolo.
Al comenzar a engullir grandes cantidades de gas y polvo, el agujero negro se volverá muchísimo más luminoso y convertirá el núcleo de la Vía Láctea en un núcleo galáctico activo, capaz de emitir chorros y radiación equivalentes al brillo combinado de millones de soles.
Este “despertar” no supone una amenaza para la vida en la Tierra, porque nuestro sistema solar se encuentra muy lejos del centro galáctico y la mayor parte de la radiación quedará confinada a la región interna de la galaxia. No obstante, transformará por completo la apariencia del cielo visto desde cualquier posible observador futuro.
Para la comunidad científica, ese futuro despertar de Sagitario A* es una pieza clave para entender cómo crecen los agujeros negros supermasivos y cómo su actividad moldea la evolución de las galaxias a lo largo de miles de millones de años.





