Fue en 1986 cuando ocurrió uno de los mayores desastres provocados por el ser humano, la explosión en la central nuclear de Chernobyl, que provocó cientos de muertes por radiación a los días, semanas y meses del que sigue siendo hasta hoy el mayor accidente nuclear de la historia.
Desde entonces, se delimitó un radio de seguridad de unos 30 km a la redonda, al que hasta hoy en día se sigue manteniendo como una zona no apta para humanos. Y aunque sí que se hagan visitas periódicas, lo cierto es que esta región de Ucrania ha sido poblada por todo tipo de animales y seres vivos, entre ellos uno en concreto que se descubrió que habitaba hasta en las zonas con mayor radiación.
Se trataba de un hongo negro, que se podía encontrar por toda la zona restringida, incluso en las paredes de las zonas de niveles alarmantes de radiación. Ante este extraño descubrimiento, los científicos comenzaron a investigar este moho negro compuesto de distintos hongos para descubrir que en realidad, estaba creciendo hacia las partículas radiactivas que cubrían la zona.
“Era como las plantas que buscan el sol para crecer” explicaba Nelli Zhdanova, principal investigadora, señalando que este tipo de moho buscaba zonas radioactivas para “comerse” la radiación y seguir multiplicándose. Ante este descubrimiento, los investigadores vieron su enorme potencial, sobre todo a la hora de limpiar sitios radiactivos e incluso proporcionar formas de proteger a los astronautas de la radiación dañina mientras viajan al espacio.
De hecho, en 2022, el hongo fue llevado y expuesto al espacio exterior desde la Estación Espacial Internacional y se registró que era capaz de bloquear parte de la radicación cósmica. Si bien todavía hay que investigar todavía más a fondo la efectividad de este hongo, se está valorando para utilizarlo como una especie de escudo biológico en futuras misiones espaciales a la Luna o incluso Marte.





