Donald Trump afirmó este lunes que «no descarta» enviar tropas estadounidenses al Venezuela. Lo dijo desde la Casa Blanca mientras Estados Unidos mantiene en el Caribe uno de los despliegues militares más amplios de los últimos años: una docena de buques de guerra, un … submarino de ataque, escuadrones aéreos y el portaaviones USS Gerald R. Ford con más de 4.000 militares a bordo. Es una demostración de fuerza sostenida que ahora se vincula de forma explícita a una advertencia de acción directa.
«No descarto nada. Tenemos que hacernos cargo de Venezuela», respondió el presidente cuando le preguntaron si estaba dispuesto a poner tropas sobre el terreno. Aseguró que Maduro había enviado «criminales» y «traficantes» a Estados Unidos y que su Gobierno debía responder a ese «daño». Y cuando le pidieron claridad sobre si el líder venezolano podía ofrecer algo que permitiera un acercamiento, Trump fue contundente: «Es difícil decirlo. Ha hecho un daño enorme. No solo por la droga».
La afirmación llega menos de 24 horas después de que el propio Trump insinuara que Washington «quizá» estaría dispuesto a hablar con Nicolás Maduro. Ese aparente gesto de flexibilidad duró muy poco y encaja con lo que altos cargos militares y diplomáticos describen desde hace semanas: la Casa Blanca quiere mantener abiertas todas las opciones. Tal como he informado en estas páginas, el vicepresidente JD Vance, el secretario de Defensa Pete Hegseth, el jefe del Estado Mayor Dan Caine y el secretario de Estado Marco Rubio han presentado al presidente distintos escenarios, desde ataques puntuales hasta operaciones más amplias. La maquinaria ya está puesta en marcha.
Colombia y México aparecieron también en las advertencias de Trump, centradas en el narcotráfico
Trump dijo que estaría «orgulloso» de destruir laboratorios de cocaína en Colombia y de efectuar ataques en México «para detener las drogas». «Sabemos cada ruta, cada corredor. Conocemos hasta las direcciones de los capos», afirmó. Para Bogotá y Ciudad de México, que ya observan con inquietud los ataques de Estados Unidos a embarcaciones sospechosas en el Caribe, el mensaje no pasará desapercibido.
La frase sobre Venezuela coincide, además, con un momento interno pecuñiar para Trump. Este fin de semana dio un giro completo respecto a la publicación de los archivos de Jeffrey Epstein. Tras meses de oponerse a su divulgación y de presionar a su bancada para frenar cualquier voto, el presidente pidió ahora votar a favor al constatar que una mayoría de republicanos estaba lista para desobedecerle. En su mensaje afirmó que «no tenemos nada que ocultar» y que la «trampa Epstein» es «una maldición para los demócratas». Pero el movimiento reflejó otra realidad: el control político sobre su partido empieza a mostrar grietas.
Que figuras tan identificadas con el trumpismo como Marjorie Taylor Greene, Nancy Mace o Lauren Boebert firmaran la petición para forzar la votación añade otra capa al momento político. «La pregunta que todo el mundo se hace es por qué se ha combatido esto con tanta fuerza», dijo Greene. El resultado será una votación que medirá directamente la autoridad de Trump sobre su bancada.
Es la primera vez que el presidente afirma públicamente que no descarta enviar tropas al país. Lo hace con un despliegue militar ya operativo en el Caribe, con reuniones en Mar-a-Lago para evaluar escenarios y con la convicción, repetida en los últimos días, de que ha «tomado ya casi una decisión».
