Cualquier albañil lo sabe: no todas las arenas son útiles para la construcción. Existen distintos tipos de arena, y no todas se pueden combinar con cemento para lograr estructuras resistentes y duraderas.
Las arenas naturales, provenientes de la desintegración de las rocas, son las más idóneas cuando contienen sílice o cuarzo. Se encuentran principalmente en los ríos y en formaciones de cantos rodados. Otras, como las de mina, se depositan en capas dentro del suelo, presentando colores azul, gris o rosa, este último debido a la presencia de óxido de hierro.
Las arenas de playa, por otro lado, requieren un lavado profundo con agua dulce para eliminar sales y residuos orgánicos, mientras que las arenas volcánicas, caracterizadas por su color negro, se hallan cerca de conos volcánicos.
Según su composición química, las arenas se clasifican en cuarzozas (con alto contenido de cuarzo, como las arenas de Pinar del Río y Ottawa, Illinois), silíceas (predominantes en ríos y en zonas como Paso Viejo, Cuba) y calcáreas (presentes en la mayoría de los litorales y compuestas de caliza).
Además, las arenas pueden categorizarse según el tamaño de sus gránulos:
- Arenas gruesas: pasan por una malla de 5 mm y son retenidas por otra de 2 mm.
- Arenas medias: pasan por una malla de 2 mm y se retienen en una de 0.5 mm.
- Arenas finas: atraviesan una malla de 0.5 mm y quedan retenidas en una de 0.02 mm.
Las arenas también pueden obtenerse artificialmente a partir de la trituración y cribado de rocas mayores, como el basalto, generando agregados como confitillos, gravas y matatenas.
La arena del desierto es resultado del constante accionar del viento, lo que provoca que sus gránulos sean extremadamente uniformes en forma y tamaño. Dependiendo del lugar, pueden variar entre 0.1 y 1 milímetro, ya que el viento solo puede transportar partículas de esas dimensiones.
Sin embargo, esta uniformidad es lo que la hace poco útil para la construcción. La arena utilizada en hormigón debe presentar un peso específico de entre 2 y 3 g/cm3 y un peso volumétrico de 1,500 a 1,700 kg/m3 para garantizar resistencia y estabilidad. La arena del desierto, al no cumplir con estos requisitos, no puede ofrecer la cohesión necesaria para mezclar con cemento y producir estructuras firmes.
En proyectos de construcción, se priorizan arenas con formas angulares y texturas ásperas, ya que estas se adhieren mejor al cemento. La arena del desierto, al ser redondeada por el desgaste del viento, dificulta la unificación con el concreto, resultando en estructuras frágiles y poco seguras.
Por esta razón, los grandes proyectos de ingeniería civil dependen de la extracción de arena de ríos, canteras o depósitos naturales, a pesar de las preocupaciones ambientales por su explotación excesiva.
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